Iglesias hermosas no escasean en nuestra tierra, pero en esta ocasión en particular, me toca además el corazoncito.
Empiezo por ese lado como decía sentimental. Borela (Cotobade, Pontevedra) es mi aldea, mi particular paraíso de la infancia y juventud. El lugar donde se reunía toda la familia, abuelos, padres, primos ,tíos, amigos….En fín, lo que los gallegos sabemos por tradición familiar, lo que es la vida de nuestras aldeas.
Cuando éramos pequeños, hubo muchos años que repartíamos las vacaciones entre el mar y el río, esto era, en nuestro caso, Loira, San Vicente do Mar, A Lanzada, también Torremolinos y Alicante, y otra parte recalábamos en Borela, normalmente en el mes de agosto.
Posteriormente, cuando los niños ya no lo éramos tanto nos preguntaban, y todos gritábamos BORELAAAAA!!!! No había lugar a dudas. Todas las nuevas generaciones familiares lo teníamos claro, y la familia seguía aumentando y se iban incorporando nuevos primos a aquellas maravillosas vacaciones.
Era importante para los que vivíamos en Galicia, pero quizá aún más anhelado para los miembros de la familia que residían y residen en Madrid.
Y seguimos y seguimos creciendo, llegando a esa edad en la que tu hermana mayor alcanza la posibilidad de obtener el permiso de conducir, y es en ese momento que te conviertes en autónomo, en lo que a movilidad se refiere, con coche propio, para ir y venir a Pontevedra , sin depender de nadie y sin “atar” a tus padres. Así que la familia decidió instalarse en Borela de forma permanente. Hay que tener en cuenta, que mi preciosa aldea, sólo está a 20 minutos de coche de la capital, y por supuesto, seguíamos totalmente unidos a ella. Teníamos la gran ventaja de vivir en el campo a tiro de piedra de Pontevedra, y eso es un lujo, que todavía aprecias más cuando ya eres adulto, y comienza tu vida personal- laboral independiente, sobre todo si has vivido tantos años como yo, en una ciudad como Madrid. Siempre recuerdo aquella época de forma idílica.
Así que por todos estos motivos y por muchos más que me llevaría una novela íntegra exponiéndolos, mi vida está y siempre lo estará, unida a mi Boreliña. Esté allí o no, los sentimientos grabados en el alma y as lembranzas en la retina.
Y todo este rollo precedente, es porque me resulta imposible, hablar de la iglesia de San Martiño de Borela, sin recordar, las comuniones a las que acudí allí, incluida la mía propia en pleno verano, los bautizos, bodas, las fiestas de agosto, la misas de Reises el día de Reyes que se cantaban (muy peculiar), y por desgracia también entierros y funerales, en este caso, también de mi propia familia.
La iglesia allí en lo alto, está en un lugar privilegiado, desde él divisas toda la aldea, y asimismo era el medio de comunicación para todo lo comunitario, además de las campanas avisando a misa, o las campanadas a morte cuando fallecía alguien. Era vital en los incendios, cuando surgía alguno en el territorio, o amenazaba el que venía de otro, repiqueteaban de un modo peculiar, y todo el mundo acudía, y las personas se organizaban para hacer frente al fuego. Colaborábamos todos,teniendo en cuenta los peligros, por supuesto.
En lo que a mi respecta no olvido aquellas cadenas de cubos de agua, en las que participábamos mujeres y niños sin que se nos pusiera en riesgo, y en la zonas peligrosas se metían los hombres en medio de las llamas ahogándolas con ramas y azadas. Ya de aquella, y hablo de los 70, se dieron incendios salvajes. De hecho raro era el verano que no había alguno, y en más de una ocasión nuestra propia finca corría peligro al lindar con el monte por dos zonas. No es la primera vez, que los mayores, decidían llevarnos a todos los niños a Pontevedra, a nuestra casa en la ciudad, para quedar los hombres defendiendo la casa y la finca del fuego. (Estaré relatando algo que muchos de vosotros habréis vivido igualmente en la época, y seguramente actualmente parecido, en vuestras respectivas aldeas).
Pero no sólo subías hasta la iglesia motivada por las causas anteriores, en muchas ocasiones lo hacías por puro placer, porque el lugar es de lo más bonito, y como críos que éramos, ibas de paseo, nos acercábamos hasta esa balaustrada de piedra del atrio frente a la entrada principal, y estábamos allí sentados de charla comiendo pipas, luego bajabas por A Costa y terminabas en la plaza de abajo de vuelta a casa, o parabas de charla en la tienda de Amando con Neli. ¡Qué recuerdos!
La casa rectoral que se encuentra a un lado de la iglesia y por la que puedes acceder al atrio de la misma del que hablaba en el párrafo anterior, es una auténtica preciosidad, una pena que esté en ruinas. Antes os comentaba que hice mi comunión en pleno verano, en concreto un 19 de agosto, coincidiendo con el cumpleaños de mi padre. Cómo estábamos en la aldea, y la catequesis la había hecho parte en Santa María en Pontevedra, pero algo me debía faltar (no recuerdo muy bien por qué), el caso es que Don José que era el cura de la parroquia, atendió a esta preparación. Era todo sea dicho de paso, un cura majísimo – para que lo diga yo que era una niña pequeña y me caía bien, era realmente muy simpático -, decía que Don José vivía en la casa rectoral, creo que debió ser el último cura que residió allí. La casa era preciosa, y aún siendo yo una enana, me llamaba la atención, porque aunque ya no se encontraba en perfecto estado, apreciabas su belleza. Allí pasé bastantes tardes, de charla con el buen Don José, merendando chocolate con picatostes.
Y ahora voy con la zona del cruceiro. Para mí básicamente significa BORELA EN FESTAS!!!; porque es allí donde se celebran las verbenas y está el palco para las orquestas; lo ví construir…-supongo que seguirá utlizándose en estos tiempos, confieso que hace muchísimos años que no vivo estos festejos-.
¡Ay aquellas fiestas míticas de Borela!, el primer domingo de agosto, y el lunes que le seguía; sobre ellas podría escribir otro libro. Recuerdo no obstante, que no siempre se celebraron alli arriba, cuando era muy muy pequeña, se hacían abajo, donde las tiendas entonces de Amando y de Felix, y se montaba para la ocasión un palco de madera; pero esto como os digo, es porque tengo un memorión, porque era muy muy pequeñaja, y me llevarían allí a dar una vuelta y poco más.
La zona del cruceiro también era utilizada para las fiestas religiosas, y se rodeaba en procesión.
Hace unos pocos años subí hasta la iglesia, estuve dando una vuelta por allí, pude ver como se había ampliado la zona del cementerio, y es lógico, porque es una aldea que ha crecido en población, y la vida y la muerte como bien sabemos, van de la mano.
Por último, tengo que confesar que sentí tristeza y se me encongió el corazón, cuando pasé con respeto por las tumbas de tantas personas, la mayoria ya muy mayores y otras no tanto, a las que traté y me trataron con todo el cariño, personas entrañables, con alguna hasta crecí y montamos en bici o nos bañamos en el río… Miña boa xente de Borela, para las que yo no soy Puerto Portela, son Puerto a do Outeiro.
Ahora os dejo los datos técnicos
- La iglesia es de construcción barroca sobre una antigua iglesia románica.
- La iglesia es de cruz latina.
- Destaca en la fachada la imagen de San Martiño en el interior de una hornacina.
- En el atrio de la iglesia existe un largo banco corrido, en cuyo centro se sitúa un curioso relieve en el que se representa El Descendimiento.
- También existen tres imágenes exentas que muy probablemente procedan de otro lugar.