Es la de Soutomaior una de las casas nobles más conocidas y antiguas de Galicia. Hubo un gran señor en tiempos del rey Don Pedro; Paio Sorred de Soutomaior que tuvo un hijo Álvaro que a su vez sería el padre de una hija que emparentaría con la casa de Ulloa casando con Vasco López de Ulloa, siendo a su vez la madre de Lope Sánchez, padre del futuro Conde de Monterrei.
Gozaban estos señores de Soutomaior de mucha influencia en el obispado de Tui, eran valientes y gustaban de enfrentarse con el obispado de Santiago y contra los señores de Ribadavia.
Ya fue célebre por belicoso uno de los señores de Soutomaior llamado Fernán Eáns, que no se sabe muy bien por qué se enemistó con el señor de la casa de Cadórriga, Pedro Díaz Cadórriga, que no atreviéndose a enfrentarse a la gran casa de Soutomaior se refugia en Ourense, pensando que no se atreverán a meterse en las tierras de los de Ribadavia. Sin embargo esto no frenó a Fernán Eáns que cruzó el Miño y apresó al de Cadórriga llevándoselo a Soutomaior, liberándolo cuando él quiso.
El hijo de este famoso Fernán, Álvaro Páez de Soutomaior se casa con María de Ulloa; este mismo Álvaro Páez tuvo un enfrentamiento con la casa de Ribadavia y se atrevió a tomar esta villa y apresar al conde trasladándolo a Soutomaior, teniéndolo también preso el tiempo que se le antojó.
Este Álvaro falleció y su viuda María de Ulloa, se hará posteriormente amante del arzobispo Don Alonso de Fonseca de Santiago. Cuando murió Don Álvaro lo hizo aún joven y sin descendencia de ningún tipo, heredando el señorío un hermano bastardo que en principio se le había buscado destino en el clero, Don Pedro Álvarez de Soutomaior, que era fruto de las relaciones de Fernán Eáns con una hermana de la condesa de Ribadavia; este nuevo señor de Soutomaior se convertirá en uno de los personajes más emblemáticos, fascinantes y legendarios de la Historia de la Galicia, es el afamado Pedro Madruga.
En tiempos de este señor fue cuando se produjo el levantamiento de los Irmandiños, sublevándose los vasallos contra el abuso de sus señores, tomando los villanos una por una casi todas las fortalezas de Galicia; decidiendo Madruga ante la situación ir a Portugal casándose allí con Teresa Tábora, hija de un prestigioso caballero portugués.
Pidió ayuda a familiares y amigos reuniendo hombres y regresando a Galicia a enfrentarse a los irmandiños, reconquistando sus posesiones; escribiendo además al arzobispo de Santiago y a Juan Pimentel que era hermano del conde de Benavente y les pide ayuda para sitiar Santiago si a su vez le ayudan.
Lucha con los rebeldes venciéndolos una vez más. Don Pedro, siguiendo camino de Compostela pasando por Pontevedra, donde intentar interceptarlo los villanos capitaneados por Don Lope Pérez Mariño, pero el Señor de Soutomaior despliega a sus hombres, y en vista de ello el pueblo de Pontevedra decide dejarlo pasar, cruzando Don Pedro el Río Lérez.
Una vez en Santiago pudo ver que los irmandiños estaban encabezados por Don Pedro Osorio hermano del Marqués de Astorga y señor a su vez de la casa de Villalobos. Después de hablar con Juan Pimentel y con el arzobispo de Compostela llegaron a la conclusión de que entre gallegos, portugueses y castellanos, tenían fuerzas suficientes si las dirigían todas contra su capitán Don Pedro Osorio, y así conseguirían capturarlo o hacer que huyera todos huirían en desbandada con él, y eso fue exactamente lo que hicieron logrando su objetivo.
Posteriormente se reunió con otros señores cono con el de la casa de Andrade,Fernán Pérez de Andrade o Sancho Sánchez de Ulloa, y les restituyó en sus posesiones además de tomar otras a los villanos, siendo los vasallos de precisamente Ferrán Pérez de Andrade los más complicados de doblegar.
Cuando todos recuperaron sus tierras Pedro de Soutomaior regresó a las suyas a restaurar las antiguas y levantar nuevas fortalezas.
El rey Don Alonso de Portugal nombró a Don Pedro Conde de Camiña; y cuando se produjo una guerra entre España y Portugal, el rey portugués tuvo intenciones de tomar Castilla llevado a su lado como consejero al señor de Soutomaior, al que apreciaba de manera franca.
Por su parte el conde de Camiña ocupó Tui al obispado, Baiona a la corona de Castilla, Padrón, Redondela, Vigo, Caldas de Reis, Pontevedra, los puertos de la Ría de Arousa y la fortaleza o Castillo del Sobroso.
Y así se hizo más y más poderoso el señor de Soutomaior y en esto llegó a Galicia Ladrón de Guevara al frente de una flota y con una carta de los Reyes Católicos en la que pedían ayuda para tomar aquellos lugares que no eran leales a su corona.
Como respuesta se produjo una reunión en Pontevedra entre Ladrón, el arzobispo y el conde de Monterrei, demandando Ladrón a Diego de Andrade su ayuda, resultándole a este difícil apoyar esta causa, permaneciendo aún así leal a ella y teniendo que ir en contra de su hermano en armas y amigo Don Pedro de Soutomaior.
Cercaron pues Pontevedra con el conde de Camiña dentro de ella acompañado de sus hombres armados; este sitio no tuvo éxito. Cambiaron entonces de táctica atacando con numerosas tropas, pero a pesar de ello el de Soutomaior rechaza el ataque, los persigue y hasta llegar a prender al conde Fernán Díaz de Ribadeneira.
Un tiempo después el conde de Benavente apresa a su vez a Madruga en Padrón, iniciando un largo recorrido con él hasta Ourense, sin que se interpusiera nadie por el camino, permaneció como prisionero más o menos un año, al cabo del cual fue liberado gracias a las gestiones del rey Alonso de Portugal que intercambió a dos caballeros muy importantes de Castilla por el conde de Camiña.
Para cuando quedó libre pudo comprobar que la mayoría de sus tierras se las habían apoderado el arzobispo y Ladrón de Guevara había tomado a su vez Baiona; pero en lugar de desmoralizarse peleó, recuperando Tui y otras muchas de sus antiguas posesiones.
Por si todo esto fuera poco había señores que le daban especialmente problemas como Tristán y Lope de Montenegro en Pontevedra, Gregorio de Valadares y García Sarmiento, señor del Sobroso.
Un día se encontraba este último señor del Sobroso con sus hombres robando en tierras del de Soutomaior, cuando fue sorprendido y hecho preso; llevándolo Don Pedro a las puertas de la fortaleza exigiendo que se la entregaran a cambio de su vida; no funcionando esta petición y respondiéndole Lope de Avalle, alcalde de la fortaleza con un: “Ben o poderes matar, pero aquí non entrades”.
En vista de esto, Pedro Madruga sitió la fortaleza, llegando esta situación a oídos del arzobispo de Santiago y a Sancho de Ulloa, decidiendo ambos marchar sobre el señor de Soutomaior; pero este se entera de la venida y se prepara para ella, pertrechándose tras defensas y aprovisionándose de alimentos abundantes para todos.
Finalmente después de diferentes argucias el arzobispo y el de Ulloa abandonan el ataque.
Tomó Don Pedro también la fortaleza de Castricán del arzobispo,situada muy cerca de Soutomaior, prácticamente destruyéndola, acción que desde luego no le sentó demasiado bien al obispo.
Así que éste junto con el conde de Monterrei y otros hombres como Xoán de Novoa, Lope de Taboada, Luís de Vilamarín, Estevo de Xunqueiras, Lope de Montenegro, Xoán Precedo y otros hombres e hidalgos se alían contra Madruga, que viendo el panorama vuelve a prepararse para la lucha, haciendo todo lo necesario en sus fortalezas y dando orden a sus vasallos para resistir lo que se les venía encima, y él decidió marcharse a Portugal; aún estando allí tuvo un enfrentamiento con las tropas del arzobispo en Salvaterra do Miño, y una vez más ganaría la partida Madruga.
Y en medio de estas perennes peleas llegan a Galicia cartas de los Reyes católicos para nombrar alcaldes en toda Galicia, entregando varas de diferentes colores: azul, amarillo, verde y rojo, con órdenes de perseguir, prender y ajusticiar, a los malhechores que cortan los caminos.
Pedro de Soutomaior respondió diciendo que todos los malhechores se le unieran; y en el tiempo también coincide la llegada de Fernando de Acuña con tropas a caballo procedentes de Castilla entrando en Galicia hasta Santiago; exigiéndole al arzobispo compostelano que le entregue las posesiones y fortalezas, este se niega.
El gobernador de Castilla pide ayuda a los señores y sitia al arzobispo, que ante esta circunstancia ve doblegar su voluntad y entrega lo que se le pide.
Exigió también la entrega de fortalezas para destruirlas, afectando en la casa de Soutomaior la destrucción de la fortaleza de Cotobade, la de Santa María de Alba en Tridande, la de Tebra y Castro Maceira, y respetaron las de Salvaterra, Fornelos y Soutomaior.
Finalmente el conde de Camiña escribió al gobernador Fernando Acuña en favor de los otros señores y del anciano conde de Lemos, guía de todos ellos, que desgraciadamente falleció al cabo de un año, al igual que Pedro Pardo “O Mariscal” que fue decapitado.
Al cabo de un tiempo la esposa de Madruga Doña Teresa fue a la corte de Castilla, pero su marido Madruga no va jamás ni de visita, él prefiera marchar continuamente por sus territorios, y de visitar alguna corte o rey, prefiere ir a ver al rey de Portugal.
Y muerto el conde de Lemos decidieron unirse una serie de señores, entre ellos Pedro Madruga, el conde de Monterrei, Diego de Andrade, el conde de Altamira confesándose en Santiago y escribiendo una carta firmada por ellos en las que proclamaban su negativa a consentir todas aquellas pretensiones que planteaban los gobernadores.
Además seguía teniendo como enemigo acérrimo al obispo de Tui, y Don Pedro orquesta un plan para capturarlo en un viaje que el prelado hace a Baiona, quemaron su casa, lo apresaron y lo llevan por todo el territorio del conde de Camiña, de monte en monte y de fortaleza en fortaleza. Los amigos del obispo se quejan ante el gobernador, y los amigos de Pedro de Soutomaior le aconsejan que lo libere: “Señor curmán, facede de dúas unha; ou tomade este bispo e poñédeo na sé igrexa de Tui tan honradamente como xamais trouxeron bispo e despedide do voso servizo a cantos o prenderon; ou collelo e botalo un pozo porque os mortos non saben falar”.
Lo liberó pues en una iglesia de Tui, y cuando acudieron los amigos del obispo este les contó que lo habían maltratado y que tuvo que pagar un rescate de setecientos mil maravedís.
El obispo también se quejó ante los Reyes Católicos y estos decidieron proceder contra el conde, su esposa Doña Teresa enterada de la situación suplicó a Isabel y Fernando que las posesiones de Madruga pasaran al hijo mayor de ambos Álvaro de Soutomaior, y así se hizo.
Y así fue como este Álvaro disfrazado va con algunos hombres a la fortaleza y consiguió que le abrieran las puertas, porque realmente los criados del castillo no sabían cómo actuar ante el primogénito de su señor.
Don Pedro Madruga cuando se entera de esto pide ayuda a su hermano en armas del conde de Altamira, Lope de Moscoso, este a pesar de prometer su apoyo permanece quieto y no hace nada; el conde consulta entonces a sus parientes en Castilla sin que estos quisieran o pudieran ayudarle en su causa.
Como último recurso fue a consultar con el Duque de Alba, y este le aconsejó que hablara directamente con el rey, y el conde va a entrevistarse con él a la localidad de Alba de Tormes, yéndose a refugiar en el Monasterio de San Leonardo de los Jerónimos.
La entrevista con el rey se lleva a cabo pero sin éxito.
Llegados a este punto comienzan las cabalas sobre el final del famoso Pedro Madruga; unos dicen que murió allí mismo de una fiebres, otros que lo apresara el alcalde de Proiano y lo ajusticiara en el garrote…la Historia ni confirma ni desmiente, a ciencia cierta no se sabe su final; incluso hay hipótesis sobre que cambió su identidad convirtiéndose en Cristobal Colón… pero esta es una historia que contaremos otro día.
Y aunque el conde desapareciera tenía numerosos herederos unos legítimos y otros no, pero el que tomó posesión de todo fue el primogénito Don Álvaro. Este último intentó llevarse bien con los reyes de Castilla y con el rey Juan de Portugal, hijo de aquél rey que tanto había apreciado a Pedro Madruga, el rey Alonso de Portugal.
En la persona de Álvaro de Soutomaior intentaron vengarse al parecer sirvientes de su padre, y en concreto un criado llamado Xoán de Galdo. Este hombre vivía en Lisboa e hizo llegar al rey una información que consistía en que Don Álvaro le había prometido una recompensa económica a cambia de asesinar al monarca.
Como consecuencia de esto, estando Don Álvaro en la catedral de Lisboa,fue apresado por orden del rey sometiéndolo a tormento. Este se encomendó a Dios y negó todo, pero además se enteró de su desgracia la reina de Isabel la Católica y pidió al rey de Portugal que le enviara a su vasallo que ya ella se encargaría de administrar justicia; al mismo tiempo otros caballeros informaron al monarca portugués sobre la falsedad de la acusación defendiendo la honestidad de Don Álvaro. Apresaron ahora a Xoán de Galdo mandándolo desperazar. Liberaron entonces a Don Álvaro y regresó este agradecido junto a la reina Isabel de Castilla y casó con una dama castellana, hija de un caballero del rey Don Fernando.
Este Don Álvaro falleció unos pocos años después de un golpe en la cabeza cuando iba paseando por una calle en Valladolid. Quedó así viuda su esposa, con el título también de condesa de Camiña por voluntad de la Reina de Castilla.
Se sabe que tenían varios hijos, siendo el más conocido Don Pedro que con el tiempo terminó distanciándose y apartándose de su madre, viviendo uno en Soutomaior y el otro en Fornelos; además unió en matrimonio a su hija con el eterno enemigo de la casa de Soutomaior, con García Sarmiento que por fin además había conseguido apoderarse de Salvatierra.
Se decía que la condesa había conspirado con García de Sarmiento para acabar con la vida de su propio hijo Don Pedro; y un buen día alguien atacó a la condesa en un camino hiriéndola gravemente, pero como no habían logrado que muriera acudieron a su lecho donde yacía y la asesinaron a estocadas de espadas.
Esta muerte la juzgó el Concello de Galiza y declararon a Don Pedro culpable, encontrándose este en esos momentos acompañado por lo menos de un centenar de hombres, así que en lugar de detenerlo lo obligaron a huir al otro lado del Río Miño, es decir, a Portugal.
Allí vivió varios años, aprovechando este tiempo, amigos suyos para interceder por él, logrando que le devolvieran prácticamente todas sus posesiones. Por último fue acusado de robar unas antiguas escrituras para conseguir determinados privilegios y a causa de ello condenaron a morir despedazado a un escudero suyo llamado Gorbalán.
A Don Pedro le expropiaron de nuevo todas sus propiedades, aunque en favor de su mujer Doña Urraca le permitieron quedarse con Soutomaior, y no se volvió a saber de Don Pedro, y aquí llegó el final de la gloriosa y famosa trayectoria de la casa de Soutomaior.