Cruceiros, Petos De Ánimas Y Hórreos

Si hay un elemento de índole escultórico que sea símbolo de Galicia, sin duda alguna, uno de ellos y más representativo que nos diría cualquier visitante sería el Cruceiro, elemento que junto con los “Petos das Änimas”, son más numerosos en nuestra tierra y no por ello menos enigmáticos.

 

¿Cuál es el origen? A ciencia cierta no se sabe exactamente, aunque es fácil suponer que sea una vez más la cristianización de las creencias celtas previas a la Iglesia, anteriormente representadas en cientos de milladoiros y menhires, y posteriormente con el símbolo de la cruz incorporado; así nos podemos encontrar con símbolos de fecundidad o de seducción femenina en petroglifos con la serpiente como protagonista (en muchos casos representa la melena de una mujer), a las cuales sin dañarlo se les ha incorporado una cruz de piedra, como podemos admirar en el Altar de Gondomil (Ponteceso – A Coruña).

 

¿Cuál es su significado? Se sitúan en caminos y cruces, y representan un poco la unión entre el mundo del más allá y el terrenal en nuestra cultura. Puedes encontrarte en estos lugares con la Santa Compaña, con los Xans, con las meigas o hasta con el mismo demonio. Según dice la tradición cuando ocurre esto en la presencia de un cruceiro debemos hacer la Señal de la Cruz, si es un alma “maligna” o un “Condenado” con esta señal se desvanecerá, y si es una ánima del Purgatorio no ocurrirá esto pero tampoco tenemos que temerla.

 

A lo largo del ancho y largo de Galicia podemos encontrar cruceiros y cruces, y aún hoy en día se siguen levantando en lugares considerados sagrados, u otros donde se han producido en algunos casos muertes violentas, para intentar reconfortar estas almas.

Debemos entender el sentido de los cruceiros y de los Petos de las Ánimas como parte muy importante del espíritu religioso gallego, en el que el Purgatorio juega un papel crucial al ofrecer esperanza, así cuando uno muere no está condenado al infierno, pudiendo agarrarse a la esperanza de intentar enmendarse en el Purgatorio, y es con los Petos das Ánimas donde los vivos con sus ofrecimientos de oraciones, velas, peticiones y limosnas por las almas en pena, serán ayudadas cuando estas últimas intercedan por ellos.

Los Cruceiros y sus inmediaciones como lugares mágicos también tienen poderes curativos o reparadores, y hasta se utilizaban como sitio donde “desencantar” cosas u objetos que, sobre todo, se solían utilizar en los trabajos cotidianos. Se cuenta que en el Baixo Miño los pescadores llevaban a cabo un rito cuando una determinada red no pescaba. Atribuían el “no funcionamiento” a que se había aposentado en ella una meiga.

Para deshacerse de ella, llevaban la red hasta un cruce de caminos y allí la golpeaban una y otra vez mientras lanzaban insultos. Pasado este proceso probaban si la red flotaba o no, si hacía lo primero eso indicaba que la bruja no había abandonado la red, si se hundía es que la habían ahuyentado.

Como ejemplo curativo podemos ilustrarlo con el de “O mal de ollo” (Mal de ojo), en este caso se lavaba a la persona con agua, una vez lavada se le echaba a esta una hojita de laurel, y la mezcla se tiraba en el cruce de caminos, la curandera además recitaba los conjuros apropiados, y añadía al agua anteriormente arrojada, las cenizas de quemar la corteza de olivo.

Referente a los cruceiros decir por último, que este elemento está presente indiscutiblemente en Galicia y también en Bretaña. Aún hoy en algunos lugares es costumbre en los entierros en los que la comitiva  tiene que pasar en su camino al cementerio por un cruceiro, detenerse y  rezar ante ellos.

A estas alturas seguramente tendréis claro la peculiaridad de nuestra cultura, y la manera de imprimir nuestro sello en todas nuestras construcciones, y no iban a ser menos los hórreos, y ello se manifiesta en estar construidos en su mayoría en piedra, sobre unas de base de varios pies en forma rectangular, los pies están hechos de tal manera que impide suban los roedores, punto este importante, ya que se trata de un lugar en el que se almacena esencialmente grano de maíz para su secado, que se consigue ventilando por unas aberturas que permiten el paso del aire en los laterales del hórreo.

En muchos casos presentan una cruz en la parte superior en su frente y una especie de cimborrio como símbolo de fecundidad en la zona trasera. De tal modo que la cruz en la parte delantera bendice y protege la producción de grano según la tradición cristiana, y el símbolo trasero cumple exactamente la misma función haciendo referencia a la fecundidad de la Tierra, manteniéndose aún viva de alguna manera, las creencias paganas.

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