La Virgen del Baúl de Ponte Caldelas

La Virgen del Baúl de Ponte Caldelas

Foto: Facilitada por el autor del artículo

Hace un tiempo no recuerdo donde leí una noticia que me llamó la atención y que tenía como título “La virgen del baúl”.

La historia trata de una familia de Tourón, en Ponte Caldelas en cuya vivienda guarda y dentro de un baúl de madera un gran tesoro familiar que fue pasando de mano en mano y a lo largo de varias generaciones. La familia no quiere protagonismo, de ahí que no permitan fotografiarlo y prefieren el anonimato para evitar que la mirada de curiosos se pose sobre el baúl y así evitar que se perturbe su vida familiar.

El baúl de madera, que está en un pasillo de la casa, se cree  que llegó de Filipinas en 1711. Traía dentro una virgen de los Remedios. Y que llegase a Ponte Caldelas fue prácticamente un milagro.

La historia, parece ser, que data de principios del siglo XVIII y que en esta aldea vivía una mujer cuyos hijos eran religiosos, uno cura y los otro dos frailes. Estos últimos estaban en las misiones, concretamente en Filipinas. Allí, según cuenta la familia, tuvieron conocimiento de que su madre había sufrido un accidente doméstico que la había dejado coja. Rezaron por la mujer desde el continente asiático pero, además, se les ocurrió enviarle una virgen de los Remedios de marfil para que le ayudase en su dolencia.

Parece ser que el viaje de la imagen de la virgen fue un tanto accidentado puesto que según cuentan los familiares de los barcos que venían hacia España, y debido a un tremendo temporal  solo se salvó el que traía la imagen, considerando un verdadero milagro el que llegara sana y salva al Ponte Caldelas.

Pasaron más de 300 años de esta odisea y el baúl con la virgen dentro sigue ahí y los descendientes de la familia la sacan solo de cuando en vez, cuando alguien quiere rezarle, cuando va a presenciar una misa o cuando se lleva a hombros en una procesión.

Curiosamente y hace algunos años, era habitual que se llevase a la santa en procesión hasta la iglesia de Tourón, a unos cinco kilómetros cuando había misiones religiosas especiales. La virgen filipina, como le llaman los vecinos, solía presenciar también, dentro de la capilla de su aldea, la misa en honor de los Remedios, en pleno verano. Pero hace varias décadas se donó a esa capilla otra imagen de los Remedios, llegada de Brasil. Y el párroco señaló entonces que era mejor que no coincidiesen las dos imágenes en el mismo oficio religioso. Resumiendo, que no veía con buenos ojos que hubiese dos vírgenes de los Remedios juntas. Así fue cómo la Filipina dejó de entrar en la capilla.

Con la llegada de un nuevo cura a la parroquia, fue su deseo que las dos vírgenes se reencontraran y propuso que el día de San Blas, el de la Candelaria, se hiciese una misa con la presencia de ambas tallas en la capilla de la aldea. Fue un momento emotivo para todos, máxime, para quienes guardan con cariño y en su casa a la virgen filipina.

Luego, la virgen filipina, volvería a su baúl. Como siempre.

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