Que los gallegos somos “viajeros” lo sabemos todos, pero lo curioso es la historia de esta mujer, que vivió en la antigüedad, allá por el siglo IV, y emprendió viajes culturales hasta Oriente Próximo.
Se la conoce también como Egeria, Echeria e Eteria, nacida en Gallaecia , “en las orillas más alejadas del océano occidental”, según parece indicar algunos documentos del siglo IV.
Mantienen algunos autores que podría ser pariente de la primera esposa de Teodosio El Grande, otros dicen que era cuñada de Prisciliano, hermana de Gala, la pareja de este último.
Fuera como fuese, de lo que no hay duda, es que tenía que ser una mujer importante, al mismo tiempo que independiente. De posición acomodada, tuvo plena autonomía para tomar sus propias decisiones. Realizó peregrinación a Tierra Santa, y así lo dejó plasmado por escrito, con sus notas e impresiones de los lugares por los que iba transitando, y este relato pasó a ser el primer libro de viajes de una gallega; considerada la primera escritora hispana en lengua latina.
Algunos estudiosos creen que era miembro de una comunidad religiosa, y podría ser abadesa; pero hay otros historiadores que mantienen que en aquella época era usual entre cristianos que se denominaran a sí mismos, como “hermanos” o “hermanas”; y resulta complicado pensar que una monja tuviera tanta libertad de movimientos para realizar un viaje tan largo. Hay que tener además en cuenta, su nivel formativo, lo costoso de un viaje de esas características, y otro hecho llamativo: ella no se centraba en los hechos religiosos de los lugares por los que viajaba, que era la tónica general de otros “viajeros” de la época de los que se tiene constancia en documentos.
Así por ejemplo, en su visita al Sinaí decía:
“la ascensión de estos montes se hace con un esfuerzo inmenso, ya que no se suben poco a poco, en espiral, sino que se sube todo derecho, como a lo largo de una pared!””
El libro con el conjunto de peripecias de esta expedición a Oriente Próximo, se conoce como Itinerarium Egeriae (el viaje abarca desde el 381 al 384), y en su recorrido se desplaza por la Galia(Francia), norte de Italia, atravesó el Mar Adriático, y llega a Constatinopla en el año 381.
El Viaje
La narración describe con detalle el modo de viajar a través del cursus publicus romano, la red de vías utilizadas por las legiones en sus desplazamientos (una red de 80.000 km) y las dificultades a superar al transitar por paisajes inhóspitos.
Solía emplear como hospedaje las mansiones, o casas de postas, o en otras ocasiones acogiéndose a la hospitalidad de los monasterios implantados en oriente desde hace años, pero todavía casi desconocidos en occidente.
Varias menciones a lo largo del manuscrito sugieren la posibilidad de que contara con algún tipo de salvoconducto oficial que le permitió recurrir a protección militar en territorios especialmente peligrosos.
El Itinerarium se divide en dos partes: la primera narra el viaje y comienza cuando Exeria está a punto de subir al monte Sinaí, tras haber visitado Jerusalén, Belén, Galilea y Hebrón.
Desde ahí se dirige al monte Horeb, y regresa después a Jerusalén atravesando el país de Gesén.
Viaja después al Monte Nebo y a Samaria, y cuando se cumplen tres años de su partida vuelve de nuevo a Jerusalén y decide regresar a Gallaecia.
Durante su regreso visita Tarso, se detiene en Edesa, visita Siria y Mesopotamia, y de nuevo a Tarso. Desde ahí pone rumbo a Bitinia y Constantinopla.
El diario del viaje termina en ese punto, aunque antes de concluir aún expresa su deseo de visitar Éfeso.
La segunda parte del diario describe la liturgia tal y como se lleva cabo en Tierra Santa, en oficios de diario, domingo y durante las fiestas de Pascua y Semana Santa.
En resumen, de Constatinopla se marcha a Jerusalén, Jericó, Nazaret y Cafarmaúm. Posteriormente se traslada a Egipto, Alejandría, Tebas, el Mar Rojo y Sinaí, estarán detallados en sus cuadernos; al igual que Antioquía. Mesopotamia, río Eufrates, Siria y regresa.
Se desconocen fecha y circunstancias de su fallecimiento.
