La Historia De Ravachol

El origen de este loro no se sabe muy bien a ciencia cierta de donde viene; hay una teoría que cuenta que quizá procede del director de la banda de música Martín Fayes del Regimiento de Infantería que se encontraba entonces en Gullarei (Tui), y que era además muy amigo del boticario Don Perfecto Feijoo, dueño de Ravachol. Según sostiene Filgueira Valverde, es muy posible que sea descendiente de los papagayos que venían en un barco de América en 1702 y que naufragó en la zona del Puente de Rande y que salieron volando colonizando los alrededores. Uno de ellos fue recogido y expuesto en una jaula en la Plaza de Villa, utilizando este loro siempre el galego.

En cuanto a su dueño Don Perfecto Feijoo como sabemos todos, era un conocido farmacéutico que tenía su botica en Peregrina esquina con la calle de La Oliva; era además galleguista, culto, amante de la música (de hecho funda con otros amigos el primer coro de Galicia en 1882); siendo en general una persona amable y buena conversadora, por este conjunto de características de su personalidad acudían a su farmacia, además de las personas que tenían que comprar algún remedio o medicamento, políticos e intelectuales que se reunían allí en animadas tertulias.

Hay que decir que en aquella época en Pontevedra, abundaban este tipo de tertulias, siendo también conocidas las que se producían en la Casa del Arco de Don Jesús Muruais o en la de Casto Sampedro y Folgar.

El loro llegó a la botica comportándose al principio tímidamente, pero cuando se adaptó empezó a mostrarse tal cual era, resultando ser alegre y alborotador, y en muchas ocasiones, hasta irreverente, palabras que evidentemente el animalito aprendía de su entorno.

Hay una anécdota especialmente comentada por varios historiadores y cronistas: Ravachol usaba muy a menudo la expresión “Se collo a vara…”, repitiendo la frase que le decía su dueño cuando le reñía por su vocabulario y le enseñaba un palo, a esta frase le unió otra palabras que a su vez utilizaba con frecuencia “Bárbaro”; y en medio de un sermón que estaban dando dos religiosos en el atrio de la Peregrina, de pronto se escuchó la frase “Bárbaro, se collo a vara…”, armándose un gran revuelo hasta que la gente identificó que el que la había pronunciado había sido el loro.

Alertaba al dueño Perfecto Feijoo cuando este se encontraba en la trastienda de que entraba gente en la farmacia, con el aviso de “Don Perfeuto, xente na tenda” o “Don Perfeuto, parroquia”. A veces, no entraba nadie y lanzaba igual la alarma, y cuando el farmacéutico acudía le soltaba un “Te engañé” .

Por supuesto “hablaba” con todo el mundo y con la gente que iba a la farmacia, que en muchos casos realmente le mimaban llevándole dulces y golosinas, pero cuando no lo hacían se enfadaba y en esos casos usaba expresiones como “Vaite de ai lambón”.

Pero a Ravachol había personas que le caían especialmente mal, tal era el caso con la escritora Emilia Pardo Bazán, que siempre le recriminaba por su vocabulario, llegando finalmente a llamarle “puta”. No soportaba tampoco a Eugenio Montero Ríos, al que le dedicaba frases como “Vaite de aquí Larpeiro”, o “Ladrones Ladrones” en una visita que hizo con su dueño al Pazo de Lourizán donde estaba reunido Montero Ríos con otros políticos. A Castelar lo tildaba de “Demo das barbas”.

Tan popular se hizo, que incluso ejerció de actor en una obra en el Carnaval de 1900, en el que en su diálogo debía dirigirse a un borracho con frases como “Cala porco”, “Bárbaro”, “Cotorrita Real” entre otras.

El 27 de enero de 1913 fallece Ravachol, y así lo atestigua en esa edición el Diario de Pontevedra en dicho día. Se puede extraer de la noticia el pesar que causa el fallecimiento y dan cuenta que no se conoce la causa de la muerte; también se comenta que unos creen que murió por un empacho de bizcochos con vino que había comido la jornada anterior, y otros barajan las posibilidad de que lo envenenaran personas molestas con los improperios del loro. En cualquier caso, fuera lo que fuera, no se pudo hacer nada por salvarle la vida.

Como dijimos antes, la muerte del loro causa pesar en toda Pontevedra, y esto unido al ambiente del carnaval, hace que se organice un velatorio prolongado, primero en la propia botica, después en el local de la Sociedad Recreo de Artesanos, para hacer al final un gran entierro.
Embalsaman su cuerpo y se expone entres flores en la farmacia, allá recibe múltiples honras por parte de los que se allegan a la farmacia, y muestras de respeto que llegan de todos lados en forma de cartas y telegramas.
El 2 de febrero, domingo de carnaval, se instala la Capilla Ardiente en la Sociedad de Artesanos. Ravachol es presentado dentro de una urna con cuatro velones rodeándolo.

Para el entierro se fija la fecha del 5 de febrero (Miércoles de Ceniza); en este tiempo presentan sus respetos ante la urna, los pontevedreses y los principales entidades civiles y militares de Pontevedra.

Para el entierro se publica un bando en el que se pide a la gente que se disfrace para tan solmene ocasión y que porten con ellos un farol fúnebre en la  mano. La comitiva sería formada por doce jinetes con faroles encendidos, las carrozas del Liceo del Casino y del Recreo de los Artesanos, la banda de música municipal, la gente disfrazada, la banda de cornetas y  la comparsa “Los Espías”.

El recorrido partía a las 7 de la tarde desde donde estaba situada la capilla ardiente a la Herrería, yendo por la calle del Comercio, Soportales, Fernández Valverde, Michelena, Oliva, Riestra, haciendo una parada ante la botica donde había vivido durante 22 años.
Terminaba la procesión fúnebre en las Palmeras donde estaba instalado en Circo – Teatro donde se celebró una velada especial en honor de Ravachol.

Una vez finalizada la velada Ravachol fue trasladado en coche hasta la finca de Don Perfecto Feijoo en Mourente (“O Padronelo”), donde fue enterrado.

En 1985 se decidió incorporar la figura del Ravachol al carnaval pontevedrés, rindiéndole culto desde entonces, siendo uno de las figuras más querida por los pontevedreses , y que cierra la semana de celebraciones. Como símbolo de este cariño, podemos ver la escultura de Ravachol, más o  menos ubicada donde estaba la botica Feijoo, en la Plaza de la Peregrina.

Para rematar, explicar como curiosidad el origen del nombre de Ravachol. Parece ser que Don Perfecto Feijoo ante el carácter “explosivo” del loro, decidió llamarlo así en referencia al anarquista francés Francois Ravachol, revolucionario y terrorista que utilizaba la dinamita en sus acciones, que murió ajusticiado en la guillotina el 11 de julio de 1892.

 

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