Combarro; entre hórreos y cruceiros

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Combarro es una pequeña villa marinera en la que su fisonomía más característica es la que ofrecen sus numerosos hórreos (supera la treintena) que se amontonan a la orilla del mar para asomarse a la hermosa ría de Pontevedra, conformando así uno de los conjuntos etnográficos más pintorescos de la Galicia costera.

Tanto la tipología de sus edificaciones como la propia localización de las mismas delata la dualidad de la economía tradicional en esta villa, que históricamente basó su sustento en la simbiosis entre la pesca y la agricultura.

El caserío está edificado sobre un afloramiento granítico, que se distribuye en función de un eje longitudinal que está definido por las rúas de San Roque (o rúa de atrás  ) y A Rúa  , en tanto que una tercera (rúa do Mar  ) cruza de modo transversal en el sector de máxima anchura; una serie de pequeñas traviesas terminan por articular todo el pueblo, acabando en rampas que penetran en el mar para varar las embarcaciones de pesca.
Pequeñas placitas, formadas en las confluencias de esta maraña viaria, acogen con cariño los característicos cruceiros de los siglos XVIII e XIX, tal y como acontece con los tres en los que a Virxe do Socorro ataca y castiga con violencia la representación del mal.
Combarro ofrece, asimismo, una amplia muestra de la vivienda marinera tradicional, que va desde la sencilla casa térrea de una sola planta (donde lo habitual era que el pavimento fuese el propio terreno, además de disponer a menudo de un gancho de hierro en el hastial de uno de los muros para colgar las redes) hasta las viviendas de dos plantas -las más numerosas- en las que destacan los amplios balcones y solanas de piedra sobre grandes canecillos y las escaleras exteriores que suben hasta ellas; estas últimas permitían dedicarla parte alta a vivienda, mientras el piso bajo se empleaba para guardar los útiles de labranza y de pesca, e incluso en él se construía un pequeño lagar para hacer vino.

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